En este artículo nos referimos a aquellos aspectos de fondo vinculados
con el tema económico, sobre todo en lo referente a los objetivos de la
mayoría de las huelgas, que son la mejora de los salarios, la mejor
distribución primaria de la renta, la conquista de beneficios sociales
y la distribución salarios-beneficios empresariales.

Para analizar y justificar la necesidad del uso de la huelga para la
redistribución de la renta daremos primero tres visiones del
funcionamiento del mercado laboral, del salario y de otro factor que
tiene relación con el nivel de salarios: La ocupación (o, visto desde otro
punto de vista, el paro). Hablaremos también de las diferencias entre salario
real y salario relativo, para acabar mostrando algunos datos sobre la
evolución de las huelgas en el estado español y la distribución de la
renta, cada vez más favorable a los capitalistas.

El mercado de trabajo en las diferentes escuelas de pensamiento
económico.

Si repasamos brevemente la teoría económica neoclásica del mercado de
trabajo (el enfoque liberal, el de los empresarios), plantea el mercado
de trabajo como un mercado típico de oferta y demanda con un punto de
equilibrio donde se determina el salario real y el nivel de ocupación.
Este enfoque determina a dos grandes enemigos: estado y sindicatos.
Acusa a los sindicatos de ejercer un monopolio en la oferta de trabajo y de
provocar rigidez juntamente con el estado (salario mínimo, convenios
colectivos) que, según ellos, provocan paro y salarios excesivos. La
receta, que es la que se aplica actualmente en las sociedades
capitalistas como la española, lógicamente va en la línea de disminuir el poder de
los sindicatos y desregular el mercado de trabajo.

Por otro lado, la teoría keynesiana plantea que el mercado de trabajo
es igual que el propuesto por la teoría neoclásica, pero en este caso la
cantidad de trabajo se determina en el mercado de bienes (oferta y
demanda agregadas) siendo dado el salario. Según Keynes el mercado de trabajo
no se puede estudiar separado de otros mercados (mercados de bienes y de
dinero). Para Keynes no son los elevados salarios los causantes del
paro, sino la insuficiencia de demanda agregada (consumo privado, consumo
público y sobre todo el componente más volátil, que es la inversión de
los empresarios). Por lo tanto, es necesario que los empresarios tengan
perspectivas de inversión y beneficios para que contraten trabajadores.
Como receta plantea que no es bueno bajar salarios porque a largo plazo
hace que disminuya el consumo y por lo tanto los beneficios, pero
tampoco es bueno subirlos porque se pierden beneficios que se podrían utilizar
para reinvertir. Las recetas keynesianas se aplicaron entre 1930 y 1980
aproximadamente. Ambas teorías, tanto la neoclásica como la keynesiana,
creen que es posible la plena ocupación (pleno empleo) en una economía
capitalista siguiendo las recetas comentadas anteriormente.

Para debatir todo esto utilizaremos la combinación de un análisis
marxista1, anarquista y de la escuela radical americana2 para
complementar la explicación. No es pues un salario alto lo que provoca paro como
dicen los neoclásicos, sino una oferta de trabajo horizontal (rígida) a largo
plazo, que marca el nivel de salarios (marcados) y siempre dependiendo
de las posibilidades de inversión y beneficio de los empresarios. La
estructura social basada precisamente en la propiedad privada de los
medios de producción, el monopolio de contratación de esta oferta de
trabajo, el control autoritario dentro las empresas y sectores
productivos y la búsqueda del máximo beneficio por parte de los empresarios son los
determinantes del nivel de ocupación y de salarios. Es, pues, la
relación de fuerzas y el poder de los sindicatos dentro de la empresa los que
pueden decantar el balance hacia los trabajadores haciendo que la
empresa tenga que distribuir los beneficios con nuevas contrataciones y
distribución de los beneficios incrementando salarios. Además, teniendo
encuenta que:

• Es incompatible la búsqueda del máximo beneficio con la búsqueda del
máximo bienestar social y por tanto la plena ocupación y una
distribución justa de la renta.

• A la patronal le interesa tener más demandantes de puestos de trabajo
que no puestos ofertados (paro) para poder coaccionar a los
trabajadores con la amenaza del despido.

• En última instancia, el aumento de la tecnología implica que en este
esquema capitalista se vaya reduciendo la necesidad del factor trabajo.
Teniendo en cuenta todo esto se puede afirmar que es mentira que el
incremento de salarios sea el causante del paro, pues en última
instancia son los empresarios quienes deciden cuántos trabajadores contratan y
bajo qué condiciones, no dependiendo tanto del salario como del beneficio
efectivo esperado. También es mentira que sea posible la plena
ocupación en una economía capitalista, elemento que usan tanto neoclásicos como
keynesianos como excusa para justificar el sistema capitalista. Tanto la
teoría neoclásica como la keynesiana son defensoras del sistema
capitalista actual como mínimo en el aspecto laboral3 pues no ponen en
cuestión ni la distribución de la renta ni la propiedad de los medios
deproducción.

Salario real y salario efectivo.

Llamamos salario real al salario que perciben los trabajadores
descontando la inflación o IPC (incremento generalizado de precios). Por ejemplo,
si un año los salarios suben un 2% pero la inflación lo hace un 4%,
nuestro salario disminuye en un 2%. Además, teniendo en cuenta que la inflación
real es más elevada que los datos que las administraciones ofrecen
(porque no se incluye la vivienda en el cálculo, y porque hay zonas en el
estado español que tienen una inflación más alta que otras, entre otros
motivos),podemos asegurar que las proporciones dadas de salario real pueden ser
menores. En todo caso podemos ver en el gráfico 1, cómo el salario real
en el estado español ha bajado con datos de 2001 al nivel de 1978. Los
trabajadores, de media, estamos cobrando lo mismo ahora que hace casi
30 años mientras las empresas ganan más que hace 30 años. Otro aspecto a
valorar sería que las empresas ganan más y que la clase trabajadora ha
perdido más, pues no es un todo homogéneo aunque es una realidad
general.
Pero no es sólo el salario real el dato que nos indica la pérdida de
poder adquisitivo de los trabajadores, pues desde una perspectiva
anticapitalista un indicador importante es el salario relativo, que no
es nada más que la parte de la renta nacional total (PIB) que se
distribuye como salario (conocido como RA, Remuneración de Asalariados).

Huelgas y distribución de la renta en el estado español (1976-1999).
En este punto podemos observar en los gráficos 2 y 3 cómo el número de
huelgas ha bajado en los últimos años. Lo que nos da un dato más
significativo es el gráfico de las jornadas perdidas en conflictos
laborales que desde la transición ha disminuido espectacularmente, cosa
que significa que las huelgas llevadas a cabo han incidido bien poco en
parar la actividad económica de las empresas. Por otro lado, se plantea
una cierta relación entre el incremento de las huelgas y las jornadas
perdidas a principios de los 90, a pesar de la crisis económica que se
dio, y la recuperación monetaria del salario real en el mismo periodo.
Con relación a la distribución de la renta hablaremos del fenómeno de la
proletarización (Prol), que es el incremento de parte de asalariados
más los parados en la población activa (PA). Según datos de Diego
Guerrero4,la fracción de proletarios ha pasado de poco más del 50% en 1954 a
superar el 80% en 2001. Por el contrario, los no asalariados han pasado del 48%
a menos del 20% en el mismo período. Esto se puede explicar debido a la
vuelta de trabajadores exiliados por motivos económicos, así como a la
necesidad para las familias de la incorporación de la mujer en el
mercado laboral, a la inmigración de los trabajadores llegados de otros países,
a la destrucción de empresas familiares y a pesar del incremento en los
últimos años de los autónomos y falsos autónomos (trabajadores
obligados a hacerse autónomos por los propios empresarios y que la contabilidad del
estado los contabiliza como empresarios).

Siguiendo al mismo autor5, podemos ver que la distribución de la renta
entre la remuneración de los asalariados y producción o renta total
(RA/PIB), o lo que es lo mismo, entre los beneficios empresariales y
renta total (1-a), se ha mantenido alrededor del 50% entre 1964 y 1999. La
época de la transición estuvo caracterizada por la lucha social, donde la
distribución de la renta llega al 59% a favor de los trabajadores.

Sin embargo, si nos fijamos bien, encontramos simplemente que la
situación relativa de los asalariados ha empeorado tan deprisa que de 1965 a 1999
su participación corregida en la renta se ha reducido tres veces más que
la que corresponde a los no asalariados. La remuneración de los
asalariados(RA) en el PIB sólo ha aumentado un punto en 35 años (2% en términos
porcentuales), pero como su parte en la población activa ha crecido un
40%, esto significa que la distribución real de la renta en favor de
los asalariados ha disminuido un 27 % (descenso del coeficiente de
depauperación de 0,84 a 0,61). Por otro lado, los no asalariados han
disminuido su parte del PIB en un 2 %, esto es, que su renta adaptada a
la nueva situación ha subido un 125,5% (su coeficiente de enriquecimiento
ha subido de 1,23 a 2,77). Por tanto, si se toma el coeficiente de ambas
rentas corregidas con la nueva composición de clases, vemos cómo los no
asalariados multiplican exactamente por 3,09 su renta respecto a los
asalariados.

Es decir, año tras año el pastel es más grande (incrementa el PIB) y
los capitalistas se llevan cada vez un trozo más grande (disminuyen
capitalistas y aumentan asalariados manteniendo relativamente constante
la distribución de la renta), mientras que los trabajadores se quedan con
el mismo trozo (que se tiene que repartir entre más trabajadores). Estos
datos dan una idea de por qué hace unos años una familia trabajadora
podía vivir con un sueldo cuando hoy es difícil hacerlo con dos.Este análisis
de la distribución no tiene en cuenta las transferencias del Estado a los
trabajadores y empresas. Sólo hay que retener un dato: el 80 % de los
impuestos en España, tanto directos como indirectos (IVA), los pagan
los trabajadores. Es así como la estructura clasista del estado capitalista
favorece cada vez más la acumulación de beneficios a costa del esfuerzo
de los trabajadores, ya que ni siquiera la clase capitalista (que es la
que más gana) paga la mayoría de los impuestos

Conclusiones.

Según un informe elaborado desde hace 10 años por Merrill Lynch y Cap
Gemini, en el año 2002 había 110.000 personas en España con activos
líquidos por un valor superior a un millón de dólares (850.557 euros).
Esto es 5.000 personas más que en 2001. España continúa con la
tendencia de crecimiento de ricos que se registra en toda Europa. Haciendo un
análisis general, se puede encontrar una relación bastante directa
entre6:

• La disminución de las huelgas desde la transición y la disminución de
salario real.

• El incremento de la riqueza de los no asalariados (producida por los
asalariados) en proporciones más grandes en cuanto la lucha obrera es
menor. Esto no implica que a pesar de convocar huelgas y luchar, los
capitalistas tengan capacidad de continuar acumulando y recortando la
riqueza generada por los trabajadores.

La huelga es una herramienta necesaria e imprescindible para
redistribuir la renta. El incremento de los salarios y de la renta en favor de los
trabajadores no son los responsables del paro, si no que lo son las
empresas cuando ni siquiera contratan trabajadores que les permiten
obtener el máximo de beneficio, y en última instancia el sistema
capitalista y el estado que fomenta este monopolio de contratación y de
propiedad para mantener un control sobre la clase trabajadora.

En relación con la disminución de las huelgas, los principales
culpables son los sindicatos mayoritarios CC.OO. y UGT, ya que han adoptado
siempre
la postura de «paz social capitalista» y han conseguido, como es deseo
de la patronal, desmovilizar el movimiento obrero. CC.OO. y UGT han
favorecido un incremento espectacular de los beneficios empresariales
en contra de la mayoría de los trabajadores y de sus propios afiliados, ya
sea mediante reformas laborales firmadas en contra de las posturas de
sindicatos como la CNT o a través de la firma de despidos, paralización
de huelgas etc. Es necesario organizarse en un sindicato que lucha por los
trabajadores y trabajadoras y esto no se logra con la mera afiliación
en los sindicatos de la CNT. La organización real se da con la formación
(individual y colectiva), con el estudio, la planificación de las
acciones, sean éstas huelguistas o no. Y todo esto tiene que estar
encaminado a la lucha contundente contra el esquema corrupto y
terrorista del sistema capitalista. Sólo con la organización hay posibilidades de
hacer frente a un monstruo que día a día nos chupa más la sangre. De la
misma manera, sólo con el control y la gestión directa de nuestros
asuntos, (también de los económicos) se podrá establecer una sociedad
totalmente justa y libre. La huelga es el primer paso.

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Lluis R.A. es estudiante de economía e integrante de la redacción de la
sección de economía del periódico "cnt". Este artículo apareció
publicado
originalmente en catalán en el número 328 de "Solidaridad Obrera"