Babel

Javier Hernández Alpízar (con información de compas de la Otra DF y medios libres)

En anterior entrega afirmamos que el Encuentro de Pueblos Indios de América en el poblado yaqui de Vícam, Sonora, fue una ventana a la multicolor rebeldía indígena. Además, por su especial situación, ser los más agredidos y mantener una resistencia anticolonial y anticapitalista de 515 años, los delegados indígenas participantes coincidieron en identificar a un enemigo común, el sistema capitalista y colonialista, depredador de sus territorios, incluidos sus lugares sagrados, y etnocida desde los primeros contactos con los nativos del continente.
Esta vez compartiremos algunos matices y reflexiones, porque tampoco se trata de esencializar a los indígenas como una entidad humana aparte. Lo cual, además de ser falso, no permitiría algo que los indígenas están viendo como necesario, la alianza entre pueblos indios y los trabajadores no indígenas del campo y la ciudad, que también padecen el sistema de despojo y están comprometidos en el proceso de emancipación.
La postura anticolonialista y anticapitalista no es una derivación “ideológica” o doctrinaria. No viene de una lectura de los clásicos socialistas, marxistas o libertarios, sino de que siempre, en cualquier intercambio con los blancos, conquistadores y colonizadores, incluso por las formas “pacíficas”, como el comercio, han sido agredidos.
Las formas de tratarlos, por parte de los estados- naciones modernos, han sido destinadas a eliminarlos físicamente, o reducirlos, a destruirlos como culturas y como naciones. De ahí su resistencia hondamente enraizada, por el hecho de ser pueblos permanentemente en lucha por la supervivencia. Y de ahí su memoria y sentido histórico, el saber que son parte de una larga historia de resistencia.
Pero en las décadas recientes, las formas de agresión bajo el neoliberalismo son más intensas, van atentando más profundamente contra su dignidad y existencia, por ejemplo: los transgénicos.
Por ello se perciben amenazados en su existencia, en riesgo ser devorados por el “desarrollo” capitalista que avanza contra sus poblaciones y sobre sus territorios, sobre sus reductos de sobrevivencia.
Los indígenas saben que sin territorios no se explica la cultura indígena, ni su sistema jurídico, ni su espiritualidad que está en íntima relación con la naturaleza. Todo para ellos tiene una base territorial. Y contra ella se erigen los planes y proyectos de desarrollos turísticos, e incluso “ecoturísticos”, las carreteras, las empresas mineras, las presas, con la consiguiente deforestación y contaminación de tierra, agua y aire. Incluso las consideradas –ingenuamente, por algunos– formas “ecológicas”, como la generación de energía eléctrica a partir de energía eólica, van contra sus tierras, como en el territorio huave, en La Ventosa, Oaxaca.
El ser víctimas directas de todo ello ha permitido a los indígenas una mirada sumamente crítica, profunda y radical, de lo que otros llaman “progreso”, “desarrollo”, y “modernización” capitalistas. Porque durante medio milenio el “desarrollo” ha sido a costa de sus vidas y sus culturas, pueden decir claramente que el capitalismo no funciona para ellos ni va a funcionar.
Además, los indígenas no están aislados de las luchas de los demás sectores populares en sus países, especialmente en los casos de los territorios oficialmente llamados “Canadá” y los “Estados Unidos”. Lo mismo que en el sur del continente, siempre que pueden hacen alianzas con estudiantes, con migrantes, con los movimientos sociales afines.
Un caso que llamó la atención es el de la tribu binacional, porque su territorio queda a ambos lados de la frontera de México y Estados Unidos, tohona odham, llamados por el gobierno “pápagos”, cuyo territorio se extiende desde el parque nacional de la “Silla de Cortés” en Baja California y del noreste de Sonora, hasta colindar con el territorio apache y el río San Pedro, en Phoenix, Arizona. Ellos son quienes dan agua y auxilio a los emigrantes que van hacia Estados Unidos y encuentran los cadáveres en el desierto, dan aviso al consulado mexicano, y llevan su cuenta de los muertos.
Los indígenas reconocen a otros sectores oprimidos, explotados, vejados. Además son cosmopolitas. Algunos de ellos han viajado a lugares de diversos continentes llevando la historia de su pueblo y conociendo las resistencias de otros pueblos originarios. Por ejemplo, Vía Campesina es una organización mundial que tiene integrantes no sólo en este continente sino en países como La India y Corea.
Por ello, los indígenas asumen un capitalismo desde abajo, porque para poder sobrevivir tienen que destruir al capital que vive de la muerte y despojo de sus pueblos.
Desde el inicio de su recorrido en la Otra Campaña por el territorio mexicano, en 2006, los zapatistas chiapanecos han dicho que para los pueblos indios la lucha es de largo aliento, que ellos deben llegar “hasta el final”, a la transformación completa del mundo, en alianza con otros sectores. Es decir que no solamente necesitan cambiar a un gobierno por otro, ni siquiera el capitalismo por el socialismo, porque necesitan romper con el modelo de “desarrollo” depredador y ayudar a reestablecer el equilibrio de la naturaleza.
Al igual que ha hecho, sobre todo el PRI, en México, en Canadá y los Estados Unidos los gobiernos blancos han impuesto “autoridades tradicionales” a modo, para que aprueben sus proyectos expropiatorios, pero en las décadas recientes hay todo un movimiento, de jóvenes especialmente, que desconocen esas autoridades impuestas. Además, los colonos, ingleses, franceses, españoles, holandeses, siempre les inventaron un modo de ser “indígena” para desarticular sus identidades y resistencias.
Comentábamos en el artículo anterior como habían atacado el matriarcado tradicional de muchas naciones indias, donde las mujeres eran las encargadas de preservar y transmitir saberes ligados a los ritos. Eran guardianas de la tierra, los montes, de la medicina. Por ello las agresiones contra las naciones indias han sido especialmente misóginas y feminicidas.
Y no es que los ritos indígenas sean meras “supersticiones” o “idolatrías”. Son saberes antiguos vinculados con el equilibrio en el mundo natural, justamente contra lo que atenta el capitalismo. Las denuncias de despojo y la agresión a la Madre Tierra fueron de los palabras más escuchadas de los delegados indios en Vícam. Los lugares sagrados (lagos, arrecifes, islas, montañas, bosques) están siendo agredidos directamente, lo que impediría el restablecimiento de equilibrio. Recordemos que lo típico del folklor europeo es el miedo al bosque. Y en el cine norteamericano hay toda una industria de películas de miedo a todo lo natural, animales, plantas, todo visto como ajeno y hostil.
Los ritos, saberes y lugares sagrados indios son esenciales para reproducir la vida, no sólo la humana, sino la vida en general, y por ello los indios están dispuestos a luchar para que no acaben con ellos.
Es un reto de largo plazo, más allá de una reforma de gobierno o una revolución social, es una transformación civilizatoria muy profunda, pero necesaria para la vida. Un muy largo camino.
El capitalismo articula, pero no explica todas las formas de dominación. El colonialismo –la forma en que el capital parasita, destruye, subordina o recompone y prostituye creencias, saberes, cultura– es una dimensión de gran importancia para los indígenas.
Ante la admiración de los indígenas mexicanos, que se reconocen parte de una nación mexicana y junto a su bandera incluyen la bandera mexicana y su himno nacional, se escucharon las voces de naciones indias que no se reconocen como parte de los estados naciones de los colonizadores canadienses y estadunidenses. Aún tienen con ellos una relación de exterioridad, y los tratados de paz que firmaron con ellos son internacionales, aunque no les han sido muy útiles al pelear legalmente sus territorios contra los colonizadores blancos. Pero conocen bien esa lucha en los tribunales.
Los indígenas tiene sus demandas articuladas. Saben lo que quieren y saben también que no lo podrán lograr sin alianzas. Tienen claramente definido su enemigo. No lo confunden con un gobierno, un régimen o un partido en turno, saben que es un sistema colonial. Conocen bien las fuerzas políticas, militares, económicas, culturales a las que tienen que enfrentar y de hecho han venido enfrentando. Sin idealizar su situación, son un sector muy claro y firma en la lucha popular.
Muchos delegados indígenas mexicanos denunciaron que hubo una contracampaña gubernamental deliberada por parte de autoridades gubernamentales intentando impedir que los pueblos indios enviaran sus delegados a Vícam. Por esos días, “coincidentemente” el gobierno federal anunció un proyecto para llevar energía eléctrica a muchas comunidades indígenas en México, al tiempo que retenes militares hostigaban a los que se dirigían a Vícam, por lo que los comandantes y delegados del EZLN tuvieron que regresar a Chiapas, dejando solamente como delegado al subcomandante Marcos.
Además pensemos que si bien los delegados que asistieron sí son representantes del mosaico pluriétnico, pluricultural y plurinacional indio, no son todos los indígenas. En muchos lugares se encuentran profundamente divididos, por los malos gobiernos, como reconocieron los delegados triquis. Y algunos prefieren no estar mal con los gobiernos blancos, como algunos yaquis que hasta el último momento declaraban en prensa contra el encuentro. Al final, respetuosamente, los asistentes llamaron a todos los yaquis a unirse en defensa de lo suyo.
Todo esto no significa que el movimiento indígena ya tenga todo hecho y sin errores, pero sí es importante que los demás sectores de la Otra Campaña podamos aprender de ellos. Por eso hubo la oportunidad de asistir a observadores, quienes triplicaban el número de los delegados.
Es importante iniciar una reflexión, lo más colectiva posible, de cómo reconstituir los procesos comunitarios de lucha en defensa de la vida contra el colonialismo. Reflexionar qué significa el capitalismo y cómo hemos resistido y podemos resistir, incorporando esa resistencia a nuestra vida diaria, y no dejando la “militancia” como un tiempo aparte de una normalidad colonizada.
En estos días ha salido libre Magdalena García Durán, y seguramente seguirá en la lucha por los presos de Atenco y la Otra Campaña. Aún siguen presos Leonard Peltier, y entre los presos de conciencia y presos políticos, o simplemente personas injustamente presas en México y el continente, muchos son indígenas. A veces realizan acciones importantes, como la reciente huelga de hambre de algunos mapuches. En todo ello va una lección tan importante como las palabras de Vícam.