Babel

Javier Hernández Alpízar (con la valiosa colaboración de compas de la Otra DF y medios libres)

Con la asistencia de aproximadamente 537 delegados de 56 naciones, pueblos, tribus, comunidades, grupos y organizaciones indios, principalmente de los territorios oficialmente conocidos como Canadá, Estados Unidos y México, aunque también hubo algunos representantes de pueblos indígenas de América Central y del Sur, por lo que en general vinieron de 21 países, más unos 1500 observadores principalmente de los Estados Unidos, países europeos y de México, entre ellos, adherentes a la Otra Campaña y medios alternativos, libres y comunitarios, tuvo lugar, contra viento y marea contrainsurgentes, los días 11, 12, 13 y 14 de octubre, el Primer Encuentro Continental de los Indios de América, en el poblado yaqui de Vícam, Sonora.
La reunión fue un hecho histórico importante, que nos atrevemos a calificar como una primera piedra en la construcción de la independencia definitiva del Continente Americano, como no fue posible realizar en los siglos VIII y XIX. Por lo menos, es sin duda una ventana a la multicolor rebeldía de los pueblos originarios del continente, quienes desde sus culturas, modelos civilizatorios, memorias e historias de resistencia, lucha y rebeldía mostraron que no ha desaparecido la dignidad humana de estas tierras, a pesar de los 515 años de exterminio a que los ha sometido lo que ellos denominan principalmente con la palabra “colonialismo”, aunque tiene diversos nombres y caras en épocas sucesivas: capitalismo, colonialismo, imperialismo, neocolonialismo, neoliberalismo, globalización.
Muchas características de lo ahí sucedido, lo dicho y mostrado, son inéditas en la historia de las luchas populares, pero una de las sorpresas y descubrimientos iniciales es la fuerte presencia de indígenas cuyas naciones están en los territorios considerados oficialmente de Estados Unidos y Canadá, aunque, como los mapuches respecto a Chile y Argentina, ellos no reconocen a esas naciones los territorios que abusivamente les quieren expropiar a las naciones indias.
Presencia fuerte no sólo por el hecho de su existencia, como el caso de las naciones indias del norte de México que en el recorrido de la Otra Campaña dieron su palabra, sino fuerte también cualitativamente, por la claridad de su conciencia, espiritualidad y discurso, por el grado de organización, y por los temas que plantean en la discusión.
Ellos tienen, en carne viva, la experiencia de la confrontación y lucha directa contra el capital en sus centros, sus capitales transnacionales. Si José Martí dijo que conocía el monstruo en sus entrañas, los pueblos indios del norte del continente viven, resisten y luchan en esa entraña del monstruo que Martí visitó.
La reunión en Vícam, Sonora, territorio yaqui, fue en cierto modo una plenaria, porque en días previos tuvieron lugar encuentros en cuatro sedes, una en Magdalena de Quino, en el rancho El Peñasco, en Sonora, donde se reunieron los indígenas que vinieron de los territorios conocidos como Canadá, Estados Unidos, y del norte de México. Otra subsede fue en Nurío, Michoacán, con los indígenas del Pacífico, aglutinados en su organización nacional más importante el Congreso Nacional Indígena (CNI, no confundir con ediciones piratas y “convencionales”). Otra reunión fue en los Valles Centrales de Oaxaca, donde fue anfitrión el Consejo Indígena Popular de Oaxaca- Ricardo Flores Magón (CIPO-RFM), una de las que sufrieron más graves agresiones desde su lugar de origen, por los pistoleros priistas de Ulises Ruiz.
Y una cuarta, en Atlapulco, Estado de México, donde debían reunirse los indígenas que vinieran de Centro y Sudamérica, pero solamente llegó una delegada guaraní, aunque finalmente, delegados de Vía Campesina de varios países del centro y sur llegaron a Vícam. En esos mismos días, en Cochabamba, Bolivia, hubo otra reunión indígena, en la cual, los pueblos indios del sur llegaron, según apreciación de los editores de Ojarasca, a conclusiones muy semejantes a la reunión de Vícam.
Ya en Sonora, participó una pequeña delegación de la organización internacional Vía Campesina, delegados indígenas de Ecuador (”¡Aquí estamos los indios, carajo!”), Nicaragua (misquitos), Guatemala (mayas quichés), Costa Rica, Honduras y Venezuela.
Los delegados de esta reunión, que en los hechos fue del norte de América, expresaron su preocupación por que la próxima reunión continental sea en el sur para asegurar la presencia de los pueblos de allá, algunos con fuertes luchas populares, nacionales, masivas como los de Ecuador, Bolivia, y los de la nación Mapuche. Lo que necesitan, y lo tienen muy claro, es formar una red india continental.
Pero la novedad para los indígenas de México y de toda Latinoamérica es la presencia de sus hermanos de los territorios ocupados por los estados canadiense y estadunidense. Algunos de ellos ya aglutinados en confederaciones y alianzas (las confederaciones las inventaron desde antes de que existiera la Unión Americana, de hecho los colonos aprendieron de los “pieles rojas” esa forma de organización internacional que aquí ya conocían) como Native Nation (Nación Nativa) cuya bandera estuvo muy presente en Vícam y cuyos delegados fueron sobre todo jóvenes, y muchas mujeres, no por su corta edad menos experimentados en luchas de “acción directa” anticolonial.
Algunos de ellos viven en o cerca de territorios urbanos (que crecen invadiendo sus territorios, legal e históricamente indios) en lugares como Vancouver, Toronto, Los Angeles y San Francisco.
Entre las herramientas que utilizan para permanecer en contacto están las páginas web, los foros en internet y los medios alternativos (al igual que, por ejemplo los peñis mapuches en el sur). Mediante estas tecnologías tratan de hacer visible la palabra y el arte de los jóvenes indios.
La agresión contra sus pueblos y naciones fue verdaderamente criminal (Estados Unidos ya era terrorista desde su nacimiento) porque usaron contra ellos, quienes reivindican que jamás los derrotaron militarmente, pero los colonos emplearon tretas sucias como hacer acuerdos que luego no quieren respetar (tratados de paz internacionales, de los siglos XVIII y XIX); regalarles cobijas contaminadas de gérmenes contra los cuales los indios no tenían defensas como el sarampión; el exterminio de los búfalos, que eran alimento principal para los “pieles rojas” (Cf. Marvin Harris, Bueno para comer); el secuestro de niños y niñas indios para llevarlos a internados donde les enseñaban el inglés, pero no su lengua materna, los cristianizaban de modo forzado y los hacían víctimas de violaciones pederastas; la construcción de un modelo de “indígena” que no correspondía a su verdadera cultura, por ejemplo, muchas de sus naciones eran matriarcales, así que los colonos blancos impulsaron el patriarcado, el empoderamiento masculino, lo cual, sumado al fomento del alcoholismo, les daba interlocutores más manipulables.
Esta forma de guerra total, de exterminio, de la cual fueron víctimas sus naciones, ha dejado hasta la fecha secuelas de alcoholismo, drogadicción y una alta tasa de suicidios, especialmente entre quienes padecieron secuestro, pederastia y aculturación forzada.
Contra eso luchan hoy las organizaciones de jóvenes indios, para recuperar su sentido propio de dignidad, su cosmovisión, la de sus tribus y naciones, lo que por la fuerza les han querido arrebatar. Además, se organizan para recuperar y reconstituir sus territorios, de los cuales tienen documentos firmados por el estado yanqui en forma de tratados de paz.
Al igual que los mapuches, en Estados Unidos muchos jóvenes indígenas estudian en las universidades de los USA, pero sin perder de vista su historia, su cultura y la resistencia. En el encuentro, todos los delegados indios participantes explicaron sus problemáticas, las agresiones contra sus pueblos y las resistencias que sostienen.
Lo expresado por los indígenas chiapanecos del EZLN en la Sexta Declaración de la Selva Lacandona coincide profundamente con las conclusiones anticapitalistas de los pueblos indios, quienes han sufrido las más brutales y abiertas formas de agresión del capitalismo, como que el “desarrollo” de los otros siempre ha sido a costa de sus vidas, sus territorios, sus naciones, culturas y recientemente sus últimos reductos, sus territorios sagrados.
Coinciden en la urgencia, de vida o muerte para ellos, de dar una lucha (la última que les es posible) global para destruir el sistema capitalista, sin lo cual no serán resueltos sus problemas, ni sobrevivirán sus naciones, a pesar de que lograron resistir los últimos 515 años. Esta reciente agresión capitalista es la última, la que está tocando al límite físico de sus resistencias.
Los indígenas integran las formas de sus resistencias a su vida cotidiana, incluida su organización política y sus formas de acción directa. Son formas de guerra defensiva contra la constante guerra que les hace el sistema blanco, capitalista y explotador. Todos los días tienen que resistir algún tipo de abuso de autoridad. Y es una coincidencia indígena a nivel continental: identifican al capitalismo como el enemigo común.
Además, saben que la actual embestida es la definitiva y está destinada a hacerlos desaparecer no sólo como cultura, sino a eliminarlos físicamente: Es un genocidio (Por ejemplo: Acteal). En el caso de algunas naciones indias en México, como los cucapás y los kiliwas es patente, tanto en su disminución demográfica como en el hecho de que, por ejemplo, entre los kiliwas, ya solamente cinco saben su lengua, y con ella desaparecen su cultura, su historia, su cosmovisión.
De esta histórica reunión india hay muy poco en la prensa, lo escrito por Hermann Bellinghausen en La Jornada, un número especial de Ojarasca, algunas crónicas en Narconews y en la revista Contralínea, una en La palabra Andante, columna en el diario Cambio de Michoacán, la mayor parte de ellos sólo en internet. Pero en breve, los lectores esperamos que se publiquen los textos de lo que en español y en inglés dijeron los delegados indios, pues casi todos son, por lo menos, bilingües, hablan su lengua y la de estado colonial que los agrede. Algunos audios está disponibles en la web en Piezas del Rompecabezas de la Otra.
Entre los llamados prácticos que hicieron algunos de los participantes están el boicot contra las Olimpiadas de Invierno en Vancouver, Canadá, que los blancos piensan hacer en un lago arrebatado a los indígenas, un lugar sagrado, con agua que en su cultura consideran que tiene propiedades curativas.
Aquí es importante mencionar que las cosmovisiones indígenas de todo el continente consideran a la Tierra como Madre, como sagrada, especialmente ciertos lugares son guardados porque sirven para restablecer el equilibrio de la naturaleza, quien no crea en ellos, lea un poco sobre el cambio climático, el efecto invernadero, los tsunamis y las inundaciones en Veracruz, Chiapas y Tabasco. Al final, la sabiduría india es más sensata y práctica que el supuesto saber “científico” de los tecnócratas que defienden el “desarrollo” a costa de la naturaleza, la energía nuclear, los transgénicos, las presas, la combustión fósil y ahora los biocombustibles, por mencionar sólo algunas de las agresiones irreversibles contra el planeta.
Este “desarrollo”, el lucro de unos pocos, es impuesto a sangre y muerte despojando a las naciones indias. Por ejemplo, las carreteras. Y cuando los indios y los campesinos en general se defienden y se oponen, son atacados militarmente. Por ello tienen presos de conciencia, como la mazahua Magdalena García Durán, que acaba de ser declarada inocente de todos los cargos, es decir, con mentiras la tienen desde mayo de 2006 en la cárcel. Otro preso político indio es Leonard Peltier (www.leonardpeltier.net), quien encabezó acciones de resistencia civil directa en defensa de los territorios indígenas. Está encerrado desde 1976.
En Canadá y Estados Unidos muchos pueblos luchan contra la imposición de carreteras, por medios civiles y pacíficos (aunque las respuesta es policiaca y militar, como aquí en Chiapas, Oaxaca y Atenco, o La Parota), resistencia civil directa, marchas, plantones, “ocupaciones” de sus propias tierras que han sido invadidas por los blancos, como hacen también los mapuches en el sur. Por ejemplo, algunos anunciaron una caminata por la tierra que irá por miles de kilómetros desde San Francisco hasta Washington.
Algunos de ellos han estado en enfrentamientos contra policías y militares canadienses y yanquis armados y usando armas de fuego. Además, giran contra ellos órdenes de aprehensión.
También los agreden con feminicidios. En Canadá, por ejemplo, las mujeres indígenas de la Isla de la Tortuga denuncian que las mujeres indias son asesinadas y tiradas en la carretera, llamada ya la “carretera de la muerte”. No sólo ocurre en Ciudad Juárez, Oaxaca, Estado de México o Zongolica, la agresión a las mujeres es sistemática.
Otros tienen experiencias que van más allá de la autonomía y autogestión, como contaron los indios hopis, quienes rechazan los servicios del estado yanqui en agua y luz y procuran la autosuficiencia en todo, comenzando por la alimentación. Incluidas sus formas tradicionales de siembra y agricultura. Por ello, muchos tienen al EZLN como referente desde 1994, han venido a las reuniones en Chiapas, como el pasado Encuentro de los Pueblos Zapatistas con los Pueblos del Mundo, cuya próxima edición en diciembre será de sólo mujeres.
Mucho deberá todavía transcribirse, escribirse, cronicarse y sobre todo reflexionar y aprender de este primer encuentro continental de los pueblos originarios de América. Y esperamos poder comentar de ello algunas cosas más en próxima(s) entrega(s).