Javier Hernández Alpízar
A la unilateralidad de la "comunicación" de los
grandes medios privados (que en estricto sentido no
podría llamarse comunicación, porque el receptor no
puede responder al emisor) la interrumpen a veces
ruidos e interferencias.
Los técnicos en esas cuestiones lo llaman feed back,
pero los rudos podríamos, sin tecnicismos, llamarlo
"retroalimentación".
En una comunicación cara a cara, en un diálogo, una
forma de verdadera comunicación, el emisor puede
recibir una respuesta y retroalimentarse, pero en los
medios comerciales eso, el feed back, no es
retroalimentación sino una interferencia.
Así los receptores de los mensajes de los medios de
masas no disponen para contestar sino de ruidos: "los
ruidos de las manifestaciones, de la
contrainformación, la única posibilidad de respuesta
frente a la conspiración del mensaje". Esto último es
una de las reflexiones de Manuel Vázquez Montalbán en
La palabra libre en la ciudad libre (Gedisa,
Barcelona, 1979).
Mientras pensamos en cómo la voz de los que no
aparecen en los medios comerciales sólo tiene
oportunidad de hacer feed back como ruido –y quienes
queremos oírla diríamos como Miguel Ríos: "Gracias por
un mundo sin dolby"–, encontramos en la crónica de
Hermann Bellinghausen (La Jornada, 7 de abril) una
muestra palpable de ese feed back:
Se trata de los presos políticos indígenas chiapanecos
que acaban de levantar el ayuno después de más de un
mes en huelga de hambre (41 días), logrando la
liberación de algunos, aunque 15 siguen injustamente
presos, y generaron una respuesta amplia de
solidaridad de otros presos en Oaxaca, en el Estado de
México, y de organizaciones de México, y de otros
países latinoamericanos y europeos.
No obstante, excepto las notas de Isaín Mandujano en
Proceso y las de Bellinghausen en La Jornada, para los
medios comerciales no existieron.
En Chiapas, existieron por unos minutos, cuando
después de levantar su plantón, los medios de aquel
estado gobernado por el priista- perredista,
calderonista y protegido de AMLO, Juan Sabines,
informaron que los indígenas ya levantaban sus
"anafres, cobijas, mantas y féretros", comenta el
reportero de La Jornada, aunque los televidentes y
escuchas no habían oído una sola palabra de ellos
durante el más de un mes de huelga de hambre,
plantones, marchas, ayunos, oración, misas,
pronunciamientos y otras formas de acción civil y
pacífica.
Por ello, comenta irónico Bellinghausen: "Los
indígenas existieron a la hora de marcharse. Algo es
algo."
En el momento de levantar su huelga de hambre, y los
tiliches de su plantón, estaba por iniciar un
espectáculo político- mediático, la coronación como
reina de los artesanos de Verónica Castro, quien, en
nombre del gobierno pri-perredista de Chiapas, ha
recorrido el estado para enviar la imagen de que es
tal como López Obrador lo piensa: No hay violencia, ni
presos políticos.
Es decir, todo es belleza y atractivos turísticos,
¿será que lograron desmovilizar a los indios alzados
los dineros repartidos por el PRI, mediante Dante
Delgado entonces en la Sedesol y hoy en el "Frente
Amplio Progresista" y luego el panista Luis H.
Alvarez?
Sin embargo, mientras la televisión transmitía la
coronación de una "estrella de la televisión", los
indígenas, quienes aún no habían desconectado el
equipo de sonido de su plantón –obviamente mucho menos
potente que el equipo de audio del gobierno de
"izquierda" priista-perredista, calderonista y
lópezobradorista de Chiapas– aprovechaban los
silencios en la fiesta mediática para meter sus
consignas de "¡Presos políticos libertad!"
Al servicio de la conductora y actriz de Televisa, el
"izquierdista" y calderonista gobierno de Sabines puso
helicópteros, avionetas y vehículos.
En cambio, los indígenas no sólo existieron sólo por
unos minutos, sino que fueron un ruido. Así han
conceptuado los teóricos de los medios el feed back,
Vázquez Montalbán lo explica con ejemplos: "los tipos
de perturbaciones que el mensaje sonoro y visual sufre
en el transcurso de una transmisión. El estruendo de
un martillo perforador en la calle que cubre la
conversación, una mancha blanca o negra sobre la
pantalla de televisión..." o unos indígenas gritando
"¡presos políticos libertad!", agregaríamos.
Así, los presos levantaron su huelga de hambre,
atendiendo al llamado de Samuel Ruiz, pero ya
encontrarán la manera de seguir en la lucha desde
dentro de las cárceles del estado chiapaneco, y
seguramente las movilizaciones nacionales e
internacionales seguirán haciendo feed back, ruidos e
interferencias en medio del mensaje unidimensional de
Calderón y López Obrador, Sabines, Dante Delgado,
Verónica Castro, Aguilar Camín, Luis H. Alvarez y las
voces que en los medios comerciales sí existen.
En la televisión y la radio, curiosamente, aunque no
existen los indígenas alzados, no existen los
zapatistas, no existe la Otra Campaña, el gobierno
responde a las iniciativas de los indígenas.
Anuncios del seguro popular presumen atención médica a
indígenas precisamente en San Andrés Larráinzar; otros
de la cámara de diputados pregonan que los derechos
indígenas son protegidos por el poder legislativo. Es
como un box de sombra. Hasta la Semarnat hizo una
"encuentro indígena continental" en respuesta al
encuentro indígena continental de Vícam, Sonora, que
no existió sino para "informar" de la oposición de los
yaquis priistas.
Ahora López Obrador, luego Verónica Castro y después
Felipe Calderón visitaron Chiapas, y para ellos, la
igual que para Fox y para Luis H. Alvarez, no existen
ya los zapatistas, no existe la violencia paramilitar
antizapatista. A pesar de la evidencia: el estado con
más militares, y no cualesquiera sino cuerpos de
elite, es Chiapas.
Una combinación de guerra y desprecio en Chiapas, y
silencio y desprecio en la clase política y los
medios, es la forma de la contrainsurgencia hoy.
La "conspiración del mensaje" como la llamaría Vázquez
Montalbán es "ustedes no existen", a menos que sean
las comparsas de sus campañas electoreras o sus
espectáculos de televisión, pero por si las dudas,
miles de soldados están ahí, vigilando a los autores
del feed back que les dice: "¡Ni PRI, ni PAN, ni PRD,
la Otra Campaña contra el poder! y ¡Presos políticos
libertad!"
Ante la persistencia de esos indios a quienes una y
otra vez han declarado "inexistentes" o extinguidos,
ante esa interferencia que interrumpe el mensaje del
poder, no podemos sino decir: "Gracias por el ruido de
fondo".
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